Las Crónicas del Mago Negro es una de las muchas historias que se esconden en las librerías que a uno le agrada descubrir de vez en cuando (o muy a menudo, según se mire). Si bien es cierto que uno lee habitualmente recomendaciones u obras de autores a los cuales sigue con cierta fidelidad, en otras ocasiones la opción es realizar apuestas personales por libros que uno encuentra en las librerías y que, por uno u otro motivo, llaman nuestra atención. Éste es el caso de la obra de Trudy Canavan y, debo reconocer, ha sido uno de mis mayores aciertos en los últimos años.
Son tres volúmenes (El Gremio de los Magos, La aprendiz y El Gran Lord) que narran la historia de Sonea, una joven muchacha que vive en las barriadas de la localidad de Imardin. Es una más dentro de ese enorme grupo de marginados que existen en toda ciudad: pobres, mendigos, ladrones… Por ello, el rey, amparándose en la fuerza y el poder de los magos, lleva a cabo todos los años una Purga con la que busca limpiar la ciudad de esta gente. Será precisamente en la Purga donde Sonea descubra que en su interior hay un increíble potencial mágico. Ella huye, puesto que en el Gremio de los Magos únicamente aceptan aprendices procedentes de familias de alta alcurnia. ¿Cómo iba a querer el Gremio de los Magos incluir en sus filas a alguien de su categoría? A partir de ahí, Sonea se verá envuelta en una abrumadora historia de magia y suspense.
Trudy Canavan ha trabajado perfectamente un mundo fantástico, ha creado una interesantísima trama de corrupción y ha dotado a sus personajes de vida propia. Todos ellos cuentan con personalidades muy bien trabajadas. Así, nos encontramos con el misterioso Akkarin, el entrañable y paternalista Rothen, el odioso Regin… ¡Y qué decir de la propia Sonea! Todo ello, perfectamente conjugado con criaturas de su propia creación y el particular lenguaje que se habla en las barriadas.
Todo aquel que ose adentrarse en los dominios del Gremio de los Magos para descubrir los secretos que encierra esta espectacular trilogía deberá tener cuidado pues una vez comience... no podrá parar.
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